Comités de crisis y directorios frente al coronavirus

Luis Hernán Paúl F.

Desde que se gatillo el coronavirus en Chile la gran mayoría de las empresas se ha visto obligada a enfrentar una crisis de proporciones mayores, que está recién en sus primeras etapas, por lo cual es esperable que continúe generando estragos sanitarios y económicos.

En este contexto, muchas compañías han conformado comités de manejo de crisis que están compuestos usualmente por el gerente general y los responsables de las áreas financiera, comercial, operaciones, legal y recursos humanos. Uno de sus objetivos es adelantarse a los eventos críticos, más que reaccionar una vez que han ocurrido. Para ello han tenido que revisar y decidir sobre las acciones necesarias en diversos frentes, y definir la forma como van a operar con un enfoque los más pragmático y flexible posible. Pero hay situaciones muy diferentes, ya que existen empresas que prácticamente han cesado su operación, otras que están funcionando bajo los niveles de operación normal y algunas pocas por encima de su operación normal.

La primera labor de los comités de crisis fue entender la situación en que se encontraban las empresas y formase una visión de cómo aquello podía evolucionar, muchas veces considerando más de un escenario, para inferir las posibles implicancias para la organización en cada caso. Se trataba de tomar decisiones y adoptar soluciones a los problemas existentes en forma eficiente y disciplinada, teniendo flexibilidad para adaptarse a los cambios que se han venido dando con el paso del tiempo.

Junto con el seguimiento a las iniciativas ya adoptadas, la realización de ajustes y la adopción de nuevas medidas en función de cómo han evolucionado las cosas, en los comités ha empezado a tomar importancia el problema de cómo enfrentar la siguiente fase de la crisis, cuando se han comenzado a bajar las restricciones que nos impone el confinamiento y se ha iniciado el camino a lo que algunos han llamado la “nueva normalidad”.

Los directorios, por su parte, también han tenido que ajustar su actuar. Lo más importante inicialmente fue formarse una opinión lo más clara posible sobre la situación que enfrentaban las empresas y entender, en medio de la incertidumbre reinante, qué podía proyectarse bajo escenarios más y menos pesimistas.

En este proceso fue fundamental para los directorios confirmar en las primeras semanas si las administraciones estaban desarrollando correctamente su función y si el diagnóstico, escenarios, decisiones y medidas que se estaban adoptando eran apropiados. Confirmado este punto, fue conveniente dejar a las administraciones en el día a día el manejo de la crisis, y no interferir con requerimientos permanentes de información y análisis de diversos tipos, sino que centrarse en el seguimiento de los planes de acción establecidos y en los resultados logrados en la medida que la situación evolucionaba.

También algunos directorios han cumplido un rol en la revisión de las implicancias estratégicas que pueden tener los cambios que están ocurriendo, algunos de los cuales pueden ser estructurales. En efecto, hay que tener presente que para sortear exitosamente esta crisis, muchas compañías van a terminar siendo muy diferentes a cómo eran antes de ella.